Los cumpleaños se han de celebrar. Sobre todo si te caen doscientos
años, como les ocurre a los compositores Richard Wagner y Giuseppe
Verdi, las dos cimas más importantes de la ópera europea del siglo XIX, ambos nacidos en 1813. Su música no conoció fronteras pero ellos nunca llegaron a encontrarse. En sus óperas Wagner aspiró a la obra de arte total mientras Verdi se propuso conquistar el corazón de los hombres con sus óperas, algunas de las cuales sirvieron de himno a las aspiraciones de independencia de la Italia de la época. Representan caminos distintos que parecen llamados a encontrarse para completar el paisaje operístico del Romanticismo. ¿Los conocemos un poco mejor?
¿Dónde nacieron?
Verdi… En Le
Roncole, una aldea cerca de Busseto, en la provincia de Parma,
incluida, todavía en aquel tiempo entre las posesiones napoleónicas.
Allí nació Giuseppe Verdi, el 10 de octubre de 1813. Enseguida, la
familia se trasladó a Busseto: un pueblo bonito, centrado en sus dos
iglesias y el ayuntamiento, el viejo palacio Rocca Pallavicino, casas
blancas, dos grandes calles y campiña frondosa en derredor. Una sencilla biblioteca pública y un fracasado intento de balneario completan la apacible villa.
Wagner… En Leipzig, de grandes avenidas y plúrimas bibliotecas, está dominado por
dos edificios, la Thomaskirche, la Iglesia de Santo Tomás, donde Bach
fuera Kantor durante 25 años, y la Gewandhaus, la sala de
conciertos que da nombre a la orquesta, un conjunto ya legendario y
vetusto en esos años. Allí nació Richard Wagner el 22 de mayo de 1813.
Al año, la familia se trasladó a la capital de Sajonia, Dresde,
de avenidas aún más magnificentes diseñadas en los tiempos de Augusto el
Fuerte, con sus plazas y riberas del Elba inmortalizadas por Canaletto, y con la más antigua orquesta de Europa, la Staatskapelle.
Años de estudio…
Los “años de aprendizaje” no fueron fáciles para ninguno de los dos. Sin
ser un niño prodigio, Verdi mostró predisposición para la música desde
la infancia y su formación fue tan rápida como sólida, y en gran medida
autodidacta. Wagner, fascinado de niño por el teatro y la literatura,
sólo mostró interés por la música en la adolescencia, y su
formación fue lenta, trabajosa y finalmente autodidacta, pero la tardía
vocación se impuso con fuerza creciente hasta obtener un bagaje técnico
no menos sólido que el de su colega.
Carreras…
Si la carrera de Verdi, salvo contados momentos, estuvo marcada por el éxito casi desde el comienzo, la de Wagner fu extremadamente dura hasta la década de los 40 en la que compondría sus primeras obras clave: El holandés errante (1840) –Obertura de El holandés errante-, Tannhäuser (1845), y Lohengrin (1848). Así obtuvo el puesto de director musical de la corte de Dresde. Sin embargo, la vida les daría algunos reveses importantes a ambos.
Verdi perdería a su mujer y sus dos hijos y caería en una profunda depresión de la que no saldría musicalmente hasta la composición de Nabucco, estrenada en 1842, y cuyo coro de los esclavos, Va, pensiero, se convirtió en el segundo himno nacional, representación de las aspiraciones de independencia. Wagner se exilió tras las revueltas de 1848, en las que participó activamente, y se volcó en un titánico proyecto, El anillo del Nibelungo, un ciclo de cuatro óperas épicas basadas en figuras y elementos de la mitología germánica (Cabalgata de las Walkyrias). Verdi estrena en esos años la que sería su trilogía de mayor éxito, Rigoletto (1851), La Traviata y Il trovatore (ambas de 1853) y también se implicó activamente en la vida política de Italia. En 1860, cuando se alcanzó la independencia nacional liberándose de casi todos sus
opresores extranjeros, accedió a formar parte del Parlamento siendo elegido Senador en 1874.
Brindis de la TraviataLa Donna é Mobile de Rigoletto
Ah! si, ben mio… Di quella pira… de Il trovatore
Ambos vivieron en el mismo siglo, pero su concepción del
arte, es decir, su estética, su visión política y hasta su
estilo de vida fueron diferentes. Verdi encomienda su obra al ser humano, en su dolor, en su pasión,
en su debilidad, en su heroísmo. Wagner concibe sus óperas en el ámbito
trascendental, mítico y místico, de tal forma que la contribución de
cada uno redunda en la “imagen” de la totalidad.
Es probable que Wagner influyera más en Verdi que el revés y no sólo
por cuestiones evidentes como el leimotiv o los hallazgos armónicos,
sino por la manera en que el maestro italiano progresó en la superación
de la forma (la estructura “rígida” de la obra musical). Sin embargo, aunque la música de Verdi pueda parecer más “simple” o “primitiva” que la de Wagner, sus melodías son mucho más profundas de lo que un primer análisis pueda revelar. Ahí radica una diferencia respecto a Wagner y una prueba de la
complementariedad entre ambos compositores. Verdi convierte la melodía
en su mayor expresión creativa y creadora tanto como Wagner transforma
la armonía en su principal contribución a la historia de la música. Juntos configuran las dos cimas más importantes de la época dorada de la historia de la ópera en el siglo de las revoluciones y las pasiones extremas. ¡Feliz 200 cumpleaños maestros!
Fuentes: Diario El Mundo, Wikipedia.