El curso pasado, en la Unidad 5, estudiamos la voz humana. Estudiamos nuestro aparato fonador y nos acercamos a los distintos rangos vocales y su clasificación. Este año vamos a ampliar nuestros horizontes sobre este tema, estudiando uno de los géneros musicales más importantes de la Historia de la Música: la ópera.
El nacimiento de la ópera es uno de los acontecimientos más importantes de la Historia de la Música y por supuesto, del Barroco musical.

Recuerda...

Una ópera es una obra musical cantada, de carácter dramático (en la que se actúa), donde se cuenta una historia, con acompañamiento de instrumentos musicales.

Favola in musica

“Ahora bien, Glaucón, la educación musical es de suma importancia a causa de que el ritmo y la armonía son lo que más penetra en el interior del alma y la afectan más vigorosamente, trayendo consigo la gracia, y crea gracia si la persona está debidamente educada, no si no lo está.”  

Como hemos visto en la unidad anterior, la textura predominante en Europa durante el Renacimiento fue la polifónica (contrapuntística y homofónica) que, además, se había ido llenando de notas “falsas”, de escalas rápidas o de adornos con los instrumentos. Además, a finales del Renacimiento el avance de la música instrumental hizo que muchas de estas melodías fueran interpretadas por instrumentos, suprimiendo así la mayoría de las voces. A menudo quedaba un solo cantante, acompañado de instrumentos.
Todo esto llevó a la música renacentista a convertirse en una música muy compleja, difícil de entender, en la que el texto quedaba diluido y sin protagonismo, lo que produjo un punto de inflexión que llevó a algunos músicos y pensadores a plantearse qué relación tenía esa forma de hacer música con los ideales humanistas y la Teoría de Ethos griega. ¿Cómo podemos expresar sentimientos con la palabra si la palabra no se entiende con tanta complejidad musical? ¡Los griegos no lo hacían así!
De esta manera se creó, a finales del S. XVI, una nueva forma de hacer música o “estilo moderno”, basado en la sencillez de la música griega, en la que el texto y la expresión de los Afectos, eran lo importante y la música debía realzarlo de forma sencilla y discreta para no desviar la atención. La textura que se corresponde con ese estilo moderno, fue, como hemos visto en la unidad anterior, la monodia o melodía acompañada, que será la predominante desde el Barroco hasta nuestros días.

Los responsables, en su mayor parte, de estos cambios fueron un grupo de nobles y artistas, frikis del mundo clásico, que se reunían en el palacio del Conde Bardi, en Florencia, y que recibieron el nombre de Camerata fiorentina. En sus debates trataban de recuperar el legado artístico greco-romano y, estudiando libros de la Antigüedad, descubrieron que las obras de teatro se interpretaban cantando, con el acompañamiento de la lira (instrumento de cuerda parecido al arpa). De este modo, los artistas de la Camerata fiorentina trataron de realizar obras de teatro que imitasen a las de la época clásica, en las que los actores cantasen o declamasen el texto, poniendo así en valor la práctica del ”estilo moderno”. Estas primeras obras -compuestas para cada ocasión y raramente repuestas- hicieron alarde del retorno a la monodia griega, con el objetivo de ampliar y reforzar las posibilidades expresivas del texto cantado que ya había sido experimentado por el madrigal. El resultado de todo esto fue, sobre 1600, la aparición de la ópera.

El bajo continuo (del que ya hemos hablado)  proporcionó la herramienta adecuada para hacer posible el despliegue de la melodía sin renunciar a la expresividad que proporcionaba el soporte armónico.

Tras  La Dafne (1597) y Eurídice (1600) de Jacopo Peri  y Eurídice (1602) de Giulio Caccini, llegaría Orfeo (1607) de Claudio Monteverdi: una síntesis de todo lo avanzado hasta la fecha y la ópera más antigua que actualmente se sigue representando. De hecho, se la considera la primera ópera de la historia.
Como puedes apreciar por el título de las óperas, el tema principal sobre el que trataban, como no podía ser de otra manera, era la mitología griega.
La ópera alcanzó gran notoriedad en Italia (la corona y el Papa toman el arte como forma de ostentación y muestra de su poder) y se utilizó en teatros privados para festejar matrimonios o acuerdos diplomáticos. La propaganda de estas celebraciones sociales tan importantes promovió la difusión de esta forma de espectáculo por toda Europa a lo largo del siglo XVII.

Además, la consolidación de la ópera como principal espectáculo musical del Barroco no sólo supondrá el relevo de la música religiosa como motor de la música europea, sino que será en inicio de un mercado de ocio urbano que estará regido por las modas.

Antes de seguir profundizando en el desarrollo de la ópera, es importante que conozcas su estructura y sus tipos:

Partes de una ópera

Obertura (o preludio): interpretada por la orquesta. Servía de pequeña introducción y para avisar al público que la representación iba a comenzar. También se le llamó Sinfonía avanti l’opera, nombre que mantendrá cuando esta parte de la ópera se independice y dé lugar, en el futuro, a una nueva forma instrumental: la sinfonía.

Después le seguían alternativamente recitativos y arias agrupados en actos. Recuerda…

Los recitativos son fragmentos declamados por uno o más solistas, en los que la acción se desarrolla. Su acompañamiento instrumental es muy sobrio, a menudo sólo un clave con acordes.

Las arias en cambio, son partes cantadas por uno o varios solistas, mucho más elaboradas, con más instrumentos y más líricas, en las que los personajes reflexionan y expresan sus sentimientos.

También podemos encontrar en algunas óperas números de danza y coros.

La ópera barroca en Europa

La ópera podría haber sido un fugaz experimento si no hubiera alcanzado gran popularidad más allá de las élites aristocráticas. Difundida por toda Italia, alcanzó un nuevo estatus a partir de la apertura del primer teatro de ópera público en Venecia en 1637, el Teatro San Cassiano.
Por entonces, Venecia se estaba convirtiendo en una ciudad eminentemente turística y centro de recreo de la aristocracia de toda Europa. El teatro musical se convirtió en la forma de entretenimiento central durante la temporada de carnaval, apta para un público cosmopolita conocedor de las tramas clásicas y grecolatinas, aunque no de forma muy respetuosa ya que se aderezaba con personajes cómicos y situaciones grotescas e incluso eróticas y elaborados efectos escénicos, lo que las hacían más atractivas en un mercado competitivo y sediento de nuevas emociones.
Con este teatro -en el que se introdujo la venta de abonos y entradas para asistir a una representación- nace un nuevo concepto de mercado musical basado en las leyes de la oferta y la demanda, en el gusto y en las modas. Con la expansión de este nuevo modelo de negocio, será el público el que determine el éxito o el fracaso de una propuesta musical y el que dicte las prioridades del espectáculo. Resumiendo, aparece el público moderno.

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Cecilia Bartoli y el arte de los castrati

Francia. Lully y la tragedia lírica francesa

La ópera adquirió en Francia un desarrollo y unas características propias, gracias al patrocinio del Rey Sol (Luis XIV) y al genio de Jean-Baptiste Lully, un violinista, bailarín y compositor italiano nacionalizado francés que se convirtió en todopoderoso árbitro de la vida musical en Francia. Lully adaptó la ópera veneciana al gusto del país: la hizo más solemne y la magnificó ampliando la orquesta y añadiendo coros y ballet, convirtiéndola en un grandioso espectáculo glorificador de la monarquía, al que llamó de forma genérica, tragedia lírica francesa.

Algunas de sus tragedias líricas son: Atys (1676), Alceste (1674) y Armide (1686).

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Introducción a Atys de Lully (1676)

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LA ÓPERA EN INGLATERRA

En Inglaterra, la ley permitió, a partir de 1661, participar a las mujeres -como actrices- en este tipo de espectáculos en sustitución de los jóvenes travestidos.
El gusto del público por el teatro hablado animó el desarrollo de géneros híbridos como la semiópera (teatro hablado con números musicales). La ópera inglesa de este período no sería recordada hoy en día sin el talento de Henry Purcell, autor de exitosas semióperas y de la breve “Dido & Aeneas” (1689), considerada una obra maestra de la ópera barroca.
Georg Friedrich Händel fue uno de los compositores más importantes del barroco europeo, y entre multitud de obras musicales compuso óperas como “Almira” (1705), ópera que le supuso un triunfo internacional, “Agrippina” (1709), “Rinaldo” (1711) o “Julio César en Egipto” (1724).

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Dido y Eneas de Purcell (1689)

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LA ÓPERA EN ESPAÑA

En España la ópera tardó en acomodarse debido, en parte a la importancia de sus tradiciones teatrales y a la desconfianza general hacia el teatro cantado, considerado falso y artificioso.
La primera ópera española, “La selva sin amor” (1627), con libreto de Lope de Vega y música (perdida) de Filippo Piccinini, formó parte de una iniciativa diplomática promovida por políticos italianos.
Ya bajo el patrocinio de la monarquía encontramos, décadas después, las primeras óperas españolas íntegramente cantadas y compuestas por un compositor autóctono, Juan Hidalgo, autor de “La púrpura de la rosa”  y “Celos aun del aire matan” (compuestas en 1660). Ambas contaron con libretos de Calderón de la Barca y fueron escritas para celebrar un evento político.

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Fortunas de Andrómeda y Perseo – Juan Hidalgo (1653)

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En paralelo a la ópera se desarrolló también la zarzuela, un divertimento escénico en castellano con partes habladas (esa era una de sus principales características). El origen de la zarzuela es difícil de determinar, ya que el teatro español contó desde antiguo con números musicales, y suele situarse entre “El jardín de Falerina” (1643) de Juan Hidalgo y libreto de Calderón de la Barca y “El golfo de las sirenas” (1657). La zarzuela resurgirá en el S. XIX con mucha fuerza, haciéndose el tipo de espectáculo escénico musical más importante del país, por encima de la ópera.

PRÁCTICA INSTRUMENTAL

La Primavera (Las Cuatro Estaciones) – A. Vivaldi

Materiales para los socratives

SOCRATIVE (I)

Repaso sobre la voz humana.

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SOCRATIVE (II)

Cecilia Bartoli y el arte de los castrati

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