Puertas hacia la ruptura…

El Impresionismo

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l Impresionismo puede considerarse como la primera manifestación contemporánea del siglo XX. En las últimas décadas del Romanticismo, un grupo de pintores franceses se interesaron por el trabajo al aire libre. Un lienzo de Claude Monet titulado “Impresión, sol naciente” será el origen del movimiento impresionista, estilo que adoptarán otros pintores y que más tarde se trasladará al mundo de la música. Se trata de pinturas que plasman paisajes y ambientes difuminados, en las que no se busca la perfección y realismo del cuadro, sino la impresión que produce en los ojos de quien lo observa.

El impresionismo musical será un movimiento típicamente francés, relacionado con la tendencia pictórica. Posiblemente es la corriente más novedosa y original de todas las que se dan en esta época. El compositor más destacado de este movimiento es Claude Debussy. Al igual que la pintura impresionista, la música de Debussy es una música de atmósferas y de sentimientos sutiles, carente de la grandiosidad post-romántica.

El impresionismo va a suponer un profundo cambio de actitud ante la creación musical del que beberán todas las vanguardias musicales del nuevo siglo, y que consistirá precisamente en el cuestionamiento de todas las reglas que sustentaban la creación musical hasta ese momento.

Debussy experimentó mucho con la textura. Sus texturas se caracterizan por el uso de escalas “neutras” (pentatónica, de tonos enteros) y la superposición de planos sonoros independientes. Muchas veces el uso que hace de la armonía no es funcional, sino que entiende los acordes como agregados libres de las notas de la escala. Su música busca crear atmósferas sonoras. El pulso se debilita y el timbre cobra mucha importancia, con la búsqueda de nuevas sonoridades. Desde el punto de vista formal, huye de las formas clásicas.

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Introducción a estilo impresionista

Seguimos bailando… Los ballets rusos de Diaghilev

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rancia y Rusia se influyeron mutuamente durante los primeros años del siglo XX. El impresionismo francés le debe mucho a la música rusa, con mucha más presencia de la música folclórica y ritmos muy audaces. Debussy tuvo ocasión de admirar en su juventud la obra de compositores como Borodin, Musorgsky o Rimsky-Korsakov durante sus estancias en Moscú como maestro de música de las hijas de Nadezhda von Meck a principios de la década de 1880.

La presencia periódica de los Ballets rusos de Serge Diaghilev en París a partir de 1908 y el reclutamiento del joven Ígor Stravinsky -discípulo aventajado de Rimsky-Korsakov- como compositor “residente” de la compañía, no supondrá sino una nueva transferencia de la corriente impresionista rusa a la francesa.

Los Ballets rusos jugarán durante las dos siguientes décadas un importante papel en el desarrollo del Impresionismo francés mediante el encargo de obras a compositores como el citado Stravinsky (El pájaro de fuego, 1910; Petrushka, 1911; La consagración de la primavera, 1913; El ruiseñor, 1914), o el español Manuel de Falla (El sombrero de tres picos, 1919), entre otros.

Stravinsky se convirtió en el compositor de música de ballet más importante del siglo XX, con un lenguaje que evolucionó desde el impresionismo korsakoviano de El pájaro de fuego, que pronto sería rebasado por el primitivismo de La consagración de la primavera [1913] hasta llegar al serialismo de Agon [1957]. Al estreno de La Consagración le dedicaremos un apartado especial…

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Rhythm is it!

Alemania: El Expresionismo

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l término Expresionismo aparece a partir de 1911 para designar un estilo pictórico en el que, poco a poco forma y color dejan de estar obligados no se a imitar la realidad. Este movimiento es predominantemente alemán y afectará a la música y literatura, además de a la pintura. Se caracteriza por buscar la expresión del alma del ser humano de forma dura y pesimista. El tema principal del Expresionismo es el hombre y su vivencia interior llena de conflictos y temores, que muestra una realidad marcada por el dolor y la angustia. La obra “El grito” de Edward Munch es considerada como la primera manifestación expresionista. En música, el compositor más representativo de esta tendencia es Arnold Schoenberg, que considera la música como medio para expresar la personalidad del hombre. Una de las obras más destacadas de esta corriente es “Pierrot Lunaire” Las principales características del Expresionismo son:

-Búsqueda de lo dramático mediante el uso constante de disonancias que producen una tensión continua, sin momentos de reposo.

-Utilización de un sistema atonal, que rompe con todas las reglas tradicionales de organización melódica y armónica.

-Pérdida del concepto de melodía en favor de un canto recitado (sprechgesang), que tiene como objetivo la expresión violenta y agresiva del texto.

-Normalmente son obras para pequeñas formaciones de cámara, en las que cada instrumento tiene el papel de solista.

La música expresionista a menudo presenta un alto nivel de disonancia, contrastes extremos de la dinámica, cambios constantes de texturas, melodías y armonías “distorsionadas” y melodías angulares con saltos amplios. Formalmente los compositores intentan evitar una forma reconocible y, cuando la usan, lo hacen para ponerla al servicio de la expresión de las emociones extremas.

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Pierrot Lunaire / Arnold Schoenberg

Una mirada al pasado: el Neoclasicismo

Paralelamente a las tendencias rupturistas de comienzos del siglo XX, surge una corriente revisionista que se manifestó especialmente en el periodo de entreguerras (décadas 1920 y 1940) conocida como neoclasicismo. Sus características son un retorno a los grupos instrumentales pequeños en lugar de la gran orquesta, uso de la técnica del concerto grosso, uso del contrapunto y la elusión de la expresión emocional típica del romanticismo que surgió durante muchos años. Aunque con armonías mucho más disonante y rítmicas irregulares, los compositores de esta corriente tuvieron como referentes a músicos como Mozart, Haydn o Bach.

El arraigo del Neoclasicismo fue cualitativamente superior en Italia que en cualquier otro país y se extendió hasta después de finalizada la II Guerra Mundial (como lo demuestra, por ejemplo, la obra de un compositor como Nino Rota, conocido principalmente por su música cinematográfica). Sin embargo, consideramos la obra Pulcinella, del compositor ruso Igor Stravinsky, el punto de partida de este movimiento.

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Pulcinella / Igor Stravinsky

Mirando al futuro

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asta mediados del siglo XX la forma musical era considerada la estructura, el continente dentro del que el compositor desarrollaba sus ideas para hacerlas más comprensibles a la escucha. El intérprete contaba con poco margen para dar rienda suelta a su creatividad.

La ruptura de la forma en música se lleva a cabo en el siglo XX como una de las últimas expresiones de ruptura del sistema tonal que había prevalecido por más de doscientos años. Poco a poco se introdujeron nuevos conceptos en la forma, como aleatoriedad, azar, movilidad, etc., que reemplazaron las formas tradicionales de la música durante varios siglos, como la sonata, el concierto, la suite, etc. El compositor impulsa esta evolución con la ayuda del intérprete, que deja de ser un factor pasivo para intervenir directamente en algunos aspectos de la composición. El aporte del intérprete para la apertura de la forma nos descubrirá una perspectiva diferente de la creación.

En el siglo XX se desarrollan dos tendencias principales respecto a la notación musical y al intérprete. Por una parte, el posicionamiento de los compositores que asumen la creación total de la obra y, así, anotan meticulosamente todos los símbolos correspondientes a la escritura musical. En este caso el compositor determina la obra y espera del intérprete la realización correcta de esta simbología, como sucedía en la música anterior. Por otra parte, la tendencia contraria, conforme a la cual el compositor no asume la totalidad de la creación musical y busca compartir esta experiencia con el intérprete o incluso con el espectador. En este caso el creador no persigue una notación precisa, sino una diferente que deje al intérprete la responsabilidad de una parte de la composición. Estamos ante el caso de una obra indeterminada. El compositor recupera así el interés por la espontaneidad de la improvisación.