El siglo XVIII fue un siglo de grandes transformaciones sociales. Se produjo el ascenso de unas clases medias urbanas portadoras de nuevos valores e ideas basados en la razón, el mérito y la justicia. Se desarrollaron nuevos códigos culturales que produjeron una gran influencia en la evolución de los estilos musicales y que se engloban dentro de lo que conocemos como Clasicismo.

La ópera constituyó un importante campo de batalla entre el Antiguo Régimen y la pujante burguesía urbana. Pese a la creciente importancia de la música instrumental a lo largo del siglo XVIII, la ópera continuó siendo el acontecimiento musical más complejo, con mayor proyección pública y mayor prestigio social. El mercado operístico se dividió en tres ámbitos socialmente diferenciados: la ópera seria, la ópera bufa y la ópera popular.

Ópera seria

La ópera seria italiana se desarrolló en las últimas décadas del S. XVII, dando lugar a un renovado estilo en el S. XVIII. Su principal seña de identidad musical es el aria da capo. El protagonismo adquirido por el aria da capo repercutirá en una reducción del recitativo a una forma de enlace entre aria y aria. Seguirá basándose en historias de la Antigüedad clásica pero adquirirán un tono más serio, exaltando la figura del monarca y eliminando los elementos cómicos.

Este género de ámbito internacional en italiano (salvo en Francia, que mantuvo viva la herencia de la tragedia lírica en francés) estaba dirigido a las clases dominantes (aristocracia, alta burguesía) y destinado a teatros con patrocinio estatal.

La nueva ópera seria, además, se basaba en el imperio de las voces de las prime donne y los castrati. La competencia entre teatros y compañías de ópera acabaría por el desarrollar una especie de sistema en el cual, el éxito de las producciones dependería en gran medida del virtuosismo y la fama de los cantantes principales.

Los castrati tuvieron una gran popularidad y llegaron a cobrar enormes cantidades de dinero por sus actuaciones. En las décadas de 1720 y 1730, en el apogeo de la moda de estas voces, se ha estimado que más de 4.000 niños fueron castrados cada año al servicio del arte. ​Muchos provenían de hogares pobres y fueron castrados por sus familias con la esperanza de que su hijo pudiera tener éxito y sacarles de la pobreza. Fueron voces muy codiciadas y aplaudidas. Uno de los más famosos fue Carlo Broschimás conocido como Farinelli”.

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Reformas de la ópera serie y su evolución hacia el Romanticismo.

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Christoph Willibald Gluck reformará la ópera seria, acabando con la tiranía de los cantantes en favor de una mayor veracidad en las historias y continuidad musical. Las arias abandonan la forma da capo y el virtuosismo, mientras el recitativo pasa de ser sobrio y servir de enlace a través de pocos acordes, a acompañado por la orquesta.

El último gran compositor de ópera seria y el que también hizo evolucionar el género hasta conducirlo a las puertas de la ópera Romántica fue Gioachino Rossini (1792- 1868), con óperas como Tancredi (1813), Otello (1817). También compuso óperas bufas tan famosas como El barbero de Sevilla, en 1816.

C.W. Gluck compuso, entre otras, su conocida Orfeo y Eurídice (1762).

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Tancredi – G. Rossini

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EL barbero de Sevilla – G. Rossini

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Orfeo y Eurídice – C.W. Gluck

Ópera bufa

Concebido inicialmente como intermedio sencillo para los entreactos de las óperas serias, el género se independizó a partir del enorme éxito obtenido por La serva padrona (1733) de Giovanni Battista Pergolesi, alcanzando pronto proyección internacional y compitiendo con la ópera seria en sus mismos escenarios. De ámbito internacional, se cantaba en italiano, estaba dirigido a las clases urbanas cultivadas de toda Europa y estuvo destinado a teatros privados.

La ópera bufa prescindirá de los castrati y contará con la voz de bajo como protagonista indispensable. Descartará del todo el aria da capo y hará de las onomatopeyas y los números de conjunto -dúos, tríos, cuartetos, etc.- algunas de sus características. La ópera bufa cultivó la temática relacionada con situaciones domésticas cotidianas.

Prolongará su existencia hasta las primeras décadas del siglo XIX gracias a la fama internacional de la producción bufa de Rossini, con algunos ejemplos ya mencionados como “El barbero de Sevilla” (1816). La ópera bufa musicalmente más avanzada de su tiempo es, sin duda, el Don Giovanni (Don Juan) de Mozart, ya en 1787.

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Don Giovanni – W.A. Mozart

El fenómeno de la ópera popular conocido en Italia bajo la denominación de ópera bufa se reprodujo en otros países en circunstancias diversas a lo largo del S. XVIII: se desarrollaron numerosos géneros autóctonos en lengua vernácula (no en italiano), entre los que encontramos la opéra comique en Francia, el singspiel en los países germánicos o la tonadilla escénica en España, etc… Estos géneros estuvieron dirigidos a las clases urbanas más populares.

Estos géneros se caracterizaron musicalmente por alternar partes habladas con números cantados, a menudo canciones de estilo popular. Sin embargo hubo incorporación de elementos serios en el singspiel y en la opéra comique, en un proceso similar al experimentado por la ópera bufa internacional.

W.A. Mozart compuso varios singspiel muy famosos como son El rapto en el Serrallo (1782) o La Flauta Mágica (1791). La única ópera de Beethoven, Fidelio (1805), es un singspiel.

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La Flauta Mágica – W.A. Mozart

W.A. Mozart y la ópera

De forma muy amplia y sencilla podemos dividir la vida y obra de este genial compositor en tres períodos:

1Infancia y primera juventud (1756-1774): Gracias a los muchos viajes efectuados durante sus años de formación, el joven Mozart tomó contacto con toda la clase de música que se escribía o escuchaba en la Europa occidental de la época. A los 12 años compuso su primera ópera bufa, como consecuencia de una visita a Viena: La finta semplice y también un singspiel: Bastien y Bastienne.

2Sus primeras obras maestras (1774-1781): En este período, vivió principalmente en Salzburgo (Austria) y sus principales composiciones fueron instrumentales, aunque podemos destacar su última creación importante antes de trasladarse a Viena: la ópera seria Idomeneo, que muestran influencia de Gluck y la tragedia lírica francesa.

3Sus años en Viena (1781-1791): En 1781, Mozart abandona su servicio al arzobispo de Salzburgo para establecerse en Viena. Sus primeros años allí fueron bastante prósperos, en los que compuso, entre otros, el singspiel El rapto en el serrallo. Se convirtió en el ídolo del público vienés durante unos años, en los que se pudo disfrutar de ser un músico independiente, pero luego, el público le abandonó y sus encargos empezaron a decaer, al igual que su salud.

La mayor parte de las obras que inmortalizan el nombre de Mozart fueron compuestas en estos últimos 10 años de su vida.

Después de Idomeneo, Mozart ya no escribió más ópera seria, a excepción de La clemenza di Tito, que fue un encargo para la coronación de Leopoldo II (1791). Sus principales obras para la escena fueron, además del singspiel El rapto en el serrallo que ya hemos comentado, tres óperas italianas: Las bodas de Fígaro (1786), Don Giovanni (1787) y Cosi fan tutte (1790), y una ópera alemana: La flauta mágica (1791). En ésta,  da la impresión de que Mozart quiso unificar en nuevos diseños todas las ideas musicales  del S. XVIII.

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Aria “Die Hölle Rache” [1791] – W.A. Mozart