Diario El Mundo, Domingo 9 de Enero de 2011.
Canciones imprescindibles. Canciones que nos aceleran el pulso y la
respiración. Canciones que nos ponen la piel de gallina y que
desencadenan en el cerebro una cascada de reacciones mediadas por la
dopamina en el sistema de recompensa. Un estudio revela que la música
puede ser tan placentera como la droga.
Las personas experimentamos un intenso placer frente a estímulos que
son necesarios para sobrevivir (comida), a las llamadas recompensas
secundarias (dinero) y a las sustancias que promueven esas reacciones
químicas (drogas). Pero también tenemos la capacidad de obtener
placer a través de estímulos abstractos como la música o el
arte.
“La mayor parte de la gente coincide en que la música es un estímulo
placentero especialmente potente que se usa con frecuencia para influir
en los estados emocionales”, explican los autores del trabajo en las
páginas de ‘
Nature Neuroscience‘. Su capacidad para provocar
reacciones fisiológicas está perfectamente documentada. Es lo que se
llama
‘escalofrío emocional’, una respuesta mediada por
el sistema nervioso autónomo que afecta a la frecuencia cardiaca,
respiratoria, a la conductividad de la piel y a la temperatura
periférica.
Aunque también se ha observado que las áreas del
cerebro
que conforman los circuitos de la emoción y la recompensa se activan
mientras que escuchamos los compases que consideramos placenteros, el
papel directo de la dopamina no se ha comprobado. Este neurotransmisor
es el mediador de las adicciones a drogas como la cocaína o la heroína.
Gracias a la investigación realizada en el Instituto Neurológico de
Montreal de la Universidad McGill (Canadá), ahora sabemos que la
dopamina también media el placer que experimentamos con la música,
“una recompensa muy abstracta que consiste en una secuencia de tonos
desplegados a través del tiempo que produce una respuesta comparable a
la de estímulos más básicos”, indican los autores.
Y no sólo durante los momentos especialmente estimulantes de una
melodía. El cerebro también reaccionaba (y liberaba dopamina) justo
antes, un fenómeno llamado anticipación. En resumen, “estos resultados
ayudan a explicar por qué la música está tan valorada en todas las
sociedades”, concluye el estudio.